El hallazgo de una cultura de 3.600 años de antigüedad en Sichuan, una provincia del suroeste de China, ha supuesto un shock para la historiografía y la arqueología chinas. Los bronces de Sanxingdui, una ciudad del Reino de Shu, en una zona del país que hasta los noventa era considerada irrelevante para la historia antigua, han modificado viejas y sólidas convicciones.
Así se puede vislumbrar en un artículo realizado por un prestigioso diario español, La Vanguardia que mediante el estudio y localización de distintos bronces de la historia china surgen nuevas inquietudes sobre cual fue el verdadero comienzo de su historia. Aquí citamos partes de este artículo de gran interés e inquietud.
Así se puede vislumbrar en un artículo realizado por un prestigioso diario español, La Vanguardia que mediante el estudio y localización de distintos bronces de la historia china surgen nuevas inquietudes sobre cual fue el verdadero comienzo de su historia. Aquí citamos partes de este artículo de gran interés e inquietud.
"El 23 de julio de 1986, la Señora Xu Wenqiu estaba cavando el barro con el que fabricar ladrillos, junto con otros campesinos de la localidad de Sanxingdui, provincia de Sichuan. Eran las 8 de la mañana cuando el grupo encontró varias piezas de jade, manifiestamente antiguas. Todo el mundo salió disparado hacia sus respectivas casas con las piezas de jade que pudo arrambar. Días después llegaron los especialistas desde la capital provincial, Chengdú (Sanxingdui queda a unos cuarenta kilómetros al noreste de Chengdú), y encontraron unas extrañas máscaras de bronce. Una de ellas estaba recubierta de oro, pero el arqueólogo jefe engañó a los aldeanos, diciéndoles que no era oro, sino bronce pintado, para no excitar su interés. Echó tierra al asunto y se fue inmediatamente a Chengdú a buscar a la policía y dar la señal de alarma. No se sabía qué era aquello, pero era importante y valioso. Los campesinos devolvieron las piezas de jade y se prosiguió la excavación. El principal hallazgo fueron dos pozos repletos de restos y obras de arte, en una ciudad amurallada de 25 kilómetros cuadrados. En los pozos se encontraron; 80 colmillos de elefante, 4.000 conchas de moluscos marinos, artículos de oro, jade, ámbar, piedra y cerámica. Y sobre todo, aquellos bronces: una estatua humana de 180 kilos de peso y 2,6 metros de alto. Un árbol, con ricos y refinados adornos de flores y pájaros de casi cuatro metros de alto. Y misteriosas máscaras, de rostros angulosos, ojos y orejas desmesurados, algunas recubiertas de oro. Era un hallazgo extraordinario, pero la verdadera sorpresa vino cuando se le puso fecha: entre 1.000 y 1.600 años antes de Cristo, contemporáneo con la dinastía china Shang, en el Río Amarillo, y con el Imperio Nuevo de la reina Hatchepsut y el faraón Thutmosis de Egipto. Y algo más: todo aquello, tan antiguo, no tenía nada que ver con lo que normalmente se asocia al arte chino. A un profano, las máscaras le recuerdan más al arte incaico que a cualquier cosa china".